domingo, 20 de diciembre de 2009

Justicia.

"La justicia es la concepción que cada época y civilización tienen acerca del bien común."


1

Aquella se había convertido en la noticia del año. Observaba como todos conversaban sobre él. Recorría las calles del pueblo y el único ruido que se podía escuchar era aquel maldito nombre que me había estado mortificando toda la mañana: Angelo. El famoso cuentacuentos, que había recorrido los mares en busca de grandes aventuras que contar a sus oyentes; durante dos noches, el dichoso cuentacuentos se establecía en un pueblo o ciudad y deleitaba a sus habitantes con maravillosas hazañas. ¡Tonterias! En este maldito pueblucho no necesitamos historias ficticias, lo que faltaba. Observo como las calles se pudren día a día. Tanta puta y tanto borracho acabará conmigo. Aquí no se necesitan historias, se necesita justicia, y parece ser que soy yo el único que la lleva acabo. Contemplo, no sin desprecio, como la gente se hunde en su propia mierda. En un mundo donde los niños roban, los hombres matan y las mujeres se prostituyen, ¿qué solución existe para terminar con todo? Justicia, lo que yo puedo ofrecerles, pero hasta que no se den cuenta, el mundo seguirá muriendose, hasta que un día, ya no haya solución posible.
Me miraba fijamente, llorando. Aquel pequeño hijo de puta había robado a, sin exagerar, medio pueblo. A su al rededor la gente gritaba como una manada de animales hambrientos: "¡A la horca!". Da asco, no les importa una mierda lo que pase con este crio, les ha robado y merece morir. Sé perfectamente que no puedo ir en contra del pueblo, por que en ese caso, terminaría yo en la horca. Me desprecio a mí mismo cuando tengo que pronunciar la maldita frase que algún dia de estos acabará conmigo. He de admitir que me complace comunicar a una persona que va a morir. Disfruto observando como pierden la esperanza que durante algún tiempo había permanecido en sus corazones, les cambia la cara, cuando comprende que estaban equivocados, y que en pocas horas, lo último que hara en este mundo es dar de comer a los gusanos. Examinó la habitación en la que nos encontramos. La manada de animales hambrientos salta de alegría al haber escuchado el veredicto, disfrutan, pero más van a disfrutar cuando vean al pobre chiquillo morir ante sus ojos. Me preguntó si realmente se pueden considerar humanos. La situación me asfixia, no puedo seguir en la sala. Me marcho de allí, pero la manada sigue gritando, unos gritos que no van a cesar hasta que entierren al niño.
Dos noches después, el niño muere. Como siempre, antes de tirar de la palanca hablo al pueblo, pero ellos no escuchan, asi que me doy prisa en terminar. Total, a ellos no les importa, solo quieren ver a ese niño muerto, les doy lo que quieren. Tiro de la palanca. Dan ganas de llorar cuando observas como saltan de alegría, cantan y celebran la muerte de un niño. Por el amor de Dios, ¿qué ha pasado con nosotros? ¿en qué nos hemos convertido? Ya no merecemos considerarnos humanos. Los leones matan por sobrevivir, nosotros matamos por puro placer. Utilizamos la justicia como escusa para matar, si es que la usan. Algún dia nos ahogaremos en nuestra propia mierda, y para ser sincero, lo merecemos.Antes de irme descubro entre la multitud a una chica llorando. Entre toda la multitud, alguien parece ser humano. Tardaría mucho tiempo en descubrir que aquella chica era la madre del niño al que acababa de matar.


2

Aquella noche tenía lugar el primer espectáculo del famoso cuentacuentos. Al recorrer las calles del pueblo, las noté solitarias y sombrías. Un escalofrío recorrió mi espalda. En la lejanía podía escuchar el sonido de la multitud, que sinceramente, me resultaba esperanzador. Quedaban unos pocos metros para llegar a la plaza donde se congregaba la gente cuando escuché un grito desgarrador que me hizo sobresaltar. Despacio, seguí el camino hacia el lugar de donde se había producido el grito. Nunca pude imaginar que podría descubrir lo que en aquel momento divisé entre la niebla que reinaba el pueblo.
Aquella chica, la madre del niño, estaba tumbada en el suelo. Sus ropajes estaban desgarrados y dejaba a la vista sus pechos. A su al rededor había un grupo chicos, más bien jóvenes; uno de ellos agarraba a la chica por los brazos, otro le estaba subiendo la falda que llevaba puesta y otro agarraba la navaja con la que había destrozado las prendas de la chica. Todos reían sin cesar, deseosos por... follarse a aquella mujer. Violarla.Aún no sé cómo llegué a tomar aquella decisión, pero, antes de que me descubrieran, dí la vuelta y desaparecí de aquel lugar. Pude escuchar como la chica logró verme marchar. Escuché su gemido, intentado pedir ayuda. Luego pude escuchar como uno de ellos penetraba a la chica, por último, un grito, que todo el pueblo pudo escuchar perfectamente.
Es irónico, siempre había pensado que yo era el único capaz de imponer justicia en aquel espantoso lugar, y sin embargo, aquella noche no quise hacer nada. No podía seguir engañandome, aquí no existe tal cosa, es solo una leyenda.
El cadáver de la madre fue descubierto al día siguiente en el mismo lugar donde fue violada. Condené a muerte a aquellos hijos de puta. Yo tiré de la palanca el día de su muerte. Escuché los gritos de la manada de animales hambrientos. Pero en aquella ocasión no disfrute viendo la decepción en los ojos de aquellos chicos. No, era yo quien merecía morir. Abandoné a aquella chica, fuí el verdadero asesino.
Es por eso que debo tirar de mi propia palanca.

por Martyrs.

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